Las riquezas de Dios en nosotros

Cuando el Señor hace su residencia en nosotros, él trae consigo todo su poder y recursos. Súbitamente, nuestro hombre interior tiene acceso a la fortaleza de Dios, su sabiduría, verdad, paz, todo lo que necesitamos para vivir en victoria. No tenemos que clamar a él para que baje del cielo. El ya está en nosotros. Pablo nos dice cuán poderosos somos en Cristo.

“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo…para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:14-20).

Qué pasaje tan asombroso. Pablo enumera unos cuantos de los tesoros increíbles que el Señor ha dispuesto para nosotros. Realmente, todas las riquezas de Dios están disponibles para nosotros en Cristo Jesús.

Algunos Cristianos se han creado la imagen de un Dios egoísta que sólo tiene placer en recibir alabanza. Que esto nunca sea dicho de nuestro Señor por que esa no ha sido la razón por la cual él ha venido a permanecer en nosotros. El ha venido a mostrarnos que él es un Dios que no está lejos. El Señor quiere que conozcamos que él no está en alguna expansión oscura en algún lugar del cosmos. El está muy presente en nosotros. El no revolotea entrando y saliendo de nuestras vidas de acuerdo a su antojo. No, él nunca deja su morada en nosotros.

Pablo indica, “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2:13). El apóstol lo pone muy en claro: Dios está aquí ahora, morando en nosotros. Cuando el Padre hizo su morada en nuestro templo, él trajo fortaleza a nuestro hombre interior, un profundo arraigamiento y cimiento en amor, y también acceso para pedirle a él por todas las cosas. El ha hecho que todas las cosas sean posibles, a través de su divino poder que opera en nosotros (ver Efesios 3:16-21).

Source: http://davidwilkersoninspanish.blogspot.it

Facebooktwitterlinkedintumblr

Lascia una risposta

Il tuo indirizzo email non sarà pubblicato. I campi obbligatori sono contrassegnati *