Según Pablo, nosotros los que creemos en Jesús, hemos sido resucitados de nuestra muerte espiritual y estamos sentados juntos con él en los lugares celestiales. “Aun estando nosotros muertos en pecados, [Dios] nos dio vida juntamente con Cristo… juntamente con él nos resucitó y así mismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” Efesios 2:5-6).
¿Dónde está este lugar celestial donde estamos sentados con Jesús? No es otra cosa que el mismo lugar del trono de Dios – el trono de la gracia, la habitación del Todopoderoso. Dos versos más tarde nosotros leemos sobre cómo fuimos llevados a este lugar maravilloso: “Por que por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (2:8).
Este lugar del trono es la sede de todo el poder y dominio. Es el lugar donde Dios gobierna sobre todos los principados y poderes, y desde donde reina sobre los asuntos de los hombres. Aquí en la sala del trono, él monitorea cada movimiento de Satanás y examina cada pensamiento de los hombres.
Y Cristo está sentado a la diestra del Padre. Las Escrituras nos dicen, “Todas las cosas fueron hechas por él” (Juan 1:3). Y, “En él habita corporalmente toda la plenitud de la divinidad” (Colosenses 2:9). En Jesús reside toda la sabiduría y paz, todo el poder y fortaleza, todo lo necesario para vivir una vida victoriosa y fructífera. Y se nos ha dado acceso a todas esas riquezas que están en Cristo.
Pablo nos está diciendo, “Tan seguramente así como Cristo fue resucitado de los muertos, hemos sido resucitados por el Padre. Y así de seguro como Cristo fue llevado al trono de la gloria, nosotros hemos sido llevados con él a ese mismo lugar glorioso. Porque nosotros estamos en él, es que estamos también donde él está. Ese es el privilegio de todos los creyentes. Significa que estamos sentados con él en el mismo lugar celestial donde él habita.”
Pablo dice que todas las bendiciones espirituales son otorgadas en la sala del trono. Todas las riquezas de Cristo están disponibles para nosotros allí: constancia, fortaleza, descanso, paz continua y en aumento. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).
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